
El dúo formado por Milton y Mariana, han contado con la producción de Cristian Heyne (Javiera Mena), dotando a su pop naíf de una pegada y variedad estilística que no tendría problemas para colarse en el mainstream de radiofórmula.
Pese a que el electropop guitarrero sea la columna vertebral del álbum, la colección de buenas canciones y la variedad estilítica es tal que se disipa la concepción de disco como conjunto, pudiendo funcionar como single la mayoría de los temas.
Así, destacan el hit Los Adolescentes y su declaración de intenciones (un día me dices corto / al otro déjalo crecer), y el primer single Lo que quieras , que con guiño a los Planetas incluído, y un épico final orquestal que nos transporta a Parque Jurásico, funcionará fenomenal como heredera de A cualquier otra parte de Dorian en cual indie-karaoke que se precie.
Pese a todo, servidor ha encontrado en los medios tiempos el punto fuerte del grupo, y son los temas Diana Keaton, Cartagena, Segundas Destrezas o Los Bikers, donde nos viene a la cabeza el Guille Milkiway de los primeros dos álbumes de La Casa Azul y donde el dúo muestra su auténtico potencial como compositores.

Y la soltería siempre es dura y se agarra al pasado, así que tras triunfar con sus dos primeros discos y el cambio de registro, Ramón vuelve a la oscuridad y electricidad de su grupo de toda la vida, que siempre le sentó genial y que supone un atrevido paso adelante en su evolución, combinando este Libre Asociación las ganas de sentirse joven con sus letras maduras en castellano.
El problema no radica pues en la forma sino en el contenido, plano e insulso, donde cada canción recuerda a la siguiente y a la anterior, pasando el minutaje del disco sin pena ni gloria.
No obstante, Rodríguez ya es un grande de la escena nacional, y seguiremos antentos a sus andadas.
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