Lleno de anécdotas e intrahistorias sin desperdicio, el texto es una regalo para nuestros ojos y una dolorosa delicia para los que, por cuestiones biológicas, jamás pudimos ni podremos ver en directo a nuestro grupo favorito.
Si aún queda alguien por escuchar el mejor disco nacional de los 90, las letras más fantásticas de Sergio Algora, y al fin y al cabo, un sentimiento que aún inunda Zaragoza y es capaz de unir y mover colectivos después de 12 años.
Una joya de principio a fin, por la que no pasa el tiempo y que madura mejor que el buen vino. Disfruten.

2 comentarios:
Gracias!
trihor
me alegro que te guste el artículo, man
abrazos
o.
Publicar un comentario